Nos estamos acostumbrando al oxímoron, a esas palabras que son contradictorias y que juntas crean nuevas realidades. Nos estamos acostumbrando al “silencio atronador” de las verdades que se nos ocultan (desde un 11-M a un evento 201 que precedió a la pandemia) a las “recomendaciones obligatorias” de la ONU, a las “leyes ilegales”, a “las soberanías subyugadas”, a las “democracias dictatoriales”, a los “enfermos asintomáticos”, a las “inmunizaciones enfermantes”, al “bulo verdadero” y a la “verdad oficial”.
Nos estamos acostumbrando a cambiar de nombre a los temidos Jinetes del Apocalipsis para que cuando vengan nos parezcan efebos en corceles blancos: a la Muerte la llamamos “derecho” (eutanasia, aborto…), llamamos paz a la Guerra, llamamos sostenibilidad y cuidado de la naturaleza al Hambre y llamamos salud y consecuencias del cambio climático a la Peste.
Ya es hora de que digamos que el silencio es atronador porque la mentira amplifica el susurro, que si impones una recomendación ya no es tal, que hay leyes que vulneran derechos… y hasta el más obvio sentido de la justicia, que ningún país es soberano si no puede elegir su destino, que las democracias solo representan a los que pagan a los políticos, que un asintomático no está enfermo, que hay curas que dañan más que la propia enfermedad, que la verdad oficial casi siempre es mentira y que las verdades se intentan ocultar bajo la difamación al mensajero y al mensaje.
Que los jinetes del apocalipsis, aunque vengan disfrazados de benéfica agenda con una implantación inminente, son y serán siempre Hambre, Peste, Guerra y Muerte. Y dolor. Y que se pueden vencer unidos y combatiendo a quienes los arrojan contra nosotros.
Alicia V. Rubio Calle